Nanotecnología para mal de Chagas
«Malestar pasajero»
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En el Blog Malestar pasajero, Marcelo Rodriguez ha escrito este interesante artículo, publica en Nova Res. Como siempre explica en palabras simples un fenémeno tan complejo como la aplicación de la nanaotecnología en la cura del Mal de Chagas, enfermedad de alta incidencia en nuestro país.
Eder Romero es la desarrolladora de una droga que por nanotecnología penetra en las células del corazón para matar al parásito que causa el mal de Chagas, la infección que afecta a más de 2 millones de argentinos y de la que la industria farmacéutica se ha desentendido.
La medicación sería la primera en su tipo y estaría lista para ser ensayada en humanos.
Ahora llamada Novartis (Nova Res)
El parásito que a través de la picadura de la vinchuca produce la enfermedad de Chagas –Trypanosoma cruzi– puede ser fácilmente detectable en la sangre durante el período agudo de la infección, y atacado con una droga -el benznidazol– que en los chicos hasta 15 años resulta casi siempre efectiva.
Pero una vez que se introduce en las células, especialmente en las del tejido cardíaco, resulta inhallable e imposible de tratar, y es ahí cuando al cabo de varios años se puede producir la temida cardiopatía chagásica.
Para esa etapa no ha habido hasta ahora fármaco que valga. Hasta ahora. La bioquímica Eder Romero, directora del laboratorio de Estrategia y Targetting de Drogas y docente de la Universidad de Quilmes (UNQ), explica cómo han logrado un fármaco que a través de nanotecnología -uso de partículas mucho más pequeñas que un micrón- transporta una molécula hacia dentro de la célula infectada y puede acabar con el parásito.
Ahora viene el gran problema: conseguir financiamiento para los costosos e imprescindibles ensayos clínicos.
¿Cuál fue el problema que se plantearon?
El máximo problema del Chagas es la fase indeterminada, cuando el paciente tiene los nidos y está asintomático, porque no se pueden erradicar esos nidos y el treinta por ciento de esas personas va a sufrir una cardiopatía chagásica.
Cuando el parásito se aloja en el corazón, dentro mismo de las células, produce cambios graduales en el tejido, lo va fibrosando, desconectando, lo va poniendo hipóxico, y eso puede desencadenar una cardiopatía con muerte súbita.
No estamos proponiendo una medicación alternativa: no hay medicación para tratar al Chagas en esa etapa.
¿Y cómo se logró que fuera posible?
Porque esta medicación puede ingresar al interior de las células, transitar por allí y descargar en forma selectiva sobre esos nidos la droga que transporta.
Pero si la droga no estuviera encerrada en estos vehículos especiales que son las nanopartículas, no podría ingresar a las células ni llegar a los nidos del parásito.
¿Cómo dirigen las partículas hacia el blanco dentro de la célula cardíaca?
No es que se dirijan. Esta medicación se administra en forma sistémica a la circulación sanguínea, y pasivamente se acumula en distintos tipos de tejidos, y uno de ellos puede ser el tejido cardíaco.
¿Por qué se acumula en el corazón y no en otro tejido?
Por un principio físico. En enfermedades inflamatorias, como un tumor, o como el Chagas, que tiene pequeños focos de inflamación dentro del corazón, las arterias van haciéndose permeables, porque sus paredes se van deteriorando. Y todo lo que circula en las vecindades va saliendo de ellas, justamente en el lugar donde hay inflamación.
Ese efecto se llama EPR, enhanced permeation and retention effect. Cuando la droga está nanoestructurada, envuelta dentro de diminutas partículas de una forma y tamaño determinados, puede aprovechar ese efecto y penetrar; cuando no lo está, pasa de largo.
Es la propia inflamación la que permite direccionar a la droga pasivamente y posibilita la acumulación selectiva.
¿Cómo ingresa a la célula?
La droga está dentro de un vehículo, una nanopartícula, y ahí aparece una capacidad extra, que es lo más interesante: la de abrir puertas adentro de la célula, y descargar masivamente la droga dentro de ellas.
Todas las células de nuestro cuerpo tienen una capacidad constitutiva para capturar ciertos materiales, que tienen un tamaño que no puede superar los 100 o 200 nanómetros.
Todas las moléculas que existen tienen tamaños por debajo de los 100 nanometros, e incluso menores. Por eso, el particulado entre 100 y 200 nanometros puede aprovechar ese efecto, y se produce la endocitosis.
Una vez adentro, deben atacar al parásito…
Sí, pero antes deben escapar del tráfico de los endosomas, unas vesículas que están dentro de la célula y que encerrarían a la molécula si no estuviera dentro de una nanopartícula.
Los endosomas empezarían a fundirse unos en otros, y eso terminaría en la expulsión del material después de haber pasado por los lisosomas, que son los organoides que les permiten a las células destruir cosas cuando las considera extrañas.
La nanopartícula logra salir del endosoma por un proceso de desestabilización de membranas, y vuelca su contenido en el citoplasma, donde están los parásitos.
¿Qué droga utilizan?
Etanidazol, una droga muy parecida al benznidazol. Es mucho menos tóxica y logramos modular su camino dentro de la célula.
No es una droga que se use actualmente para tratamientos convencionales contra el Chagas.
El uso que le da un nanovehículo a un determinado principio activo puede no tener nada que ver con el que le da la medicina rutinaria y convencional. Nosotros cambiamos su forma de circulación dentro de la célula.
¿Y funciona todo esto?
Por supuesto. Estamos hablando a nivel preclínico. Pero no hay que olvidar que el Chagas es un mal escondido, y es una enfermedad diligenciada: a los gobiernos les incomoda, las empresas farmacéuticas no van a ganar plata con la gente pobre.
¿Cómo consiguen el financiamiento entonces?
Formamos parte de una red de investigadores en terapias chagásicas, y hay un gran laboratorio mexicano –Silanes– financiando este tipo de desarrollos.
Estamos viajando a México, justamente este año en que se cumplen cien años de la muerte de Carlos Chagas.
Aquí no he visto desarrollos sustanciales en etapas preclínicas que fueran susceptibles de pasar a la clínica.
¿Hay otras drogas candidatas a valerse de este dispositivo “nano”?
Hay otras drogas alternativas, como pueden ser los triazoles -antiparasitarios- pero muchos de ellos fueron descartados por cardiotóxicos.
Y los bifosfonatos, que al ser administrados parenteralmente en altas dosis pueden producir necropsia de los huesos.
Pero los bifosfonatos se utilizan contra osteoporosis.
Sí, pero contra osteoporosis se usan en forma oral, con lo que tienen muy poca posibilidad de ser absorbidos.
En inyecciones se les aplica a los que tienen cáncer. Pero no se los puede dar por vía endovenosa a un chagásico.
¿El bifosfonato mata los parásitos?
Eso se ha demostrado, pero en estudios altamente cuestionables, que de ninguna manera pueden ser extrapolados para decir que sirva.
Hay sólo tres estudios que se hicieron en animales, y los resultados fueron paupérrimos. Y ninguno de ellos dijo qué pasó con esos animales un año más tarde.
Los bifosfonatos tienen sus efectos secundarios al cabo de 10 años; quedan atrapados en los huesos y permanecen ahí por años.
¿No hay formas de detectar los enclaves del parásito en la célula?
Las hay, pero son muy complejas. No se las hacen a un chagásico del interior del país.
(M.R. – Publicado el 22 de octubre en Nova Res Ahora se denomina Novartis )